Chihuahua
Achacan al ‘Chueco’ desaparición de zacatecanos desde 2019

Chihuahua, Chih.- En octubre de 2019, Javier Muñoz Pérez, Juan Antonio Martínez Parra y Rubén Flores Cisneros llegaron a Chihuahua provenientes de Zacatecas, para llevar a cabo un recorrido de venta de cobertores en el estado, incluyendo la región serrana. No imaginaron que tras dos años de repetir sus actividades, en el tercero les “tocaría” desaparecer.
A poco más de tres meses de llegar al tercer aniversario de su desaparición, y luego del asesinato de los sacerdotes jesuitas en Cerocahui, municipio de Urique, familiares de los jóvenes zacatecanos piden a las autoridades que también se les busque a ellos, porque la Fiscalía General del Estado, durante la administración de Javier Corral, les confirmó que la desaparición de sus hijos y hermanos estaba relacionada con José Noriel Portillo, El Chueco, personaje al que hoy se busca por el homicidio de los dos religiosos y un guía de turistas.
Además, la privación de la libertad de los jóvenes comerciantes tuvo lugar también en Cerocahui, el mismo sitio donde este domingo se enterrarán los restos de los sacerdotes jesuitas y que a decir de pobladores de la región, forma parte de los puntos donde El Chueco se ha movido durante años con entera libertad.
De acuerdo con los familiares, los hoy ausentes estaban hospedados en San Rafael pero fueron a cobrar unas notas a Bahuichivo y Cerocahui de donde nunca regresaron. L Fiscalía General del Estado emitió en su momento una recompensa por 200 mil pesos a quien diera información sobre el paradero de las víctimas, pero –señalan los afectados- de allí no pasó porque a pesar de que la instancia investigadora contaba con datos precisos, nunca hubo una búsqueda real. Por ello es que ahora, en el marco del operativo implementado para la captura de El Chueco, piden a la administración actual que la búsqueda incluya a los tres jóvenes.
“Acudimos para alzar la voz nuevamente y pedir a las autoridades competentes que se utilice el operativo que actualmente se está haciendo por el caso de los sacerdotes jesuitas, para que también se busque y se localice a Javier, Juan Antonio y Rubén, quienes desaparecieron en el mismo lugar y cuya carpeta de investigación obra en la fiscalía de Chihuahua.
Somos tres familias desesperadas e ignoradas por las autoridades, llevamos dos años ocho meses esperando un operativo de búsqueda efectivo que no se ha realizado, siempre nos argumentan que no hay suficiente presupuesto, que no cuentan con el personal necesario, que los limita la pandemia del COVID y que existen muchos casos por atender como el nuestro, etc. Ahorita que está en marcha el fuerte operativo de captura y que cuentan con los elementos suficientes, solicitamos que también se dé con el paradero de nuestros familiares, en el expediente podrán constatar que hemos facilitado mucha información verídica a la fiscalía para contribuir a su localización, datos que anónimamente ha hecho llegar la gente del lugar, quienes relacionan a esos delincuentes como los responsables de su desaparición forzada”, dijeron.
Los familiares compartieron también frases e imágenes que han circulado en redes sociales, donde se cuestiona incluso la postura del Papa Francisco y de la comunidad internacional que hoy se ha volcado sobre el deceso de los jesuitas.
“Cuando desaparecieron no hicieron nada o no me enteré, tal vez porque ellos solo vendían cobijas. Allí el Vaticano no dijo nada, ni la comunidad internacional, ni el Presidente”, señalan algunos usuarios.
Otros van más allá y apuntan a un hombre llamado “Juan” como encargado de la plaza en San Rafael, quien aparentemente trabaja para El Chueco y sabe dónde están los tres desaparecidos.
Erika Flores, madre de Rubén, dijo en su momento, que luego de la desaparición, la familia recibió mensajes de texto desde un número desconocido, en el que se les indicaba que su hijo -de entonces 17 años de edad- y sus acompañantes habían sido captados para llevarlos a trabajar en un rancho ubicado en la comunidad de Monterde en Guazapares, municipio serrano con antecedentes de presencia de grupos del crimen organizado y desplazamiento forzado de habitantes generado por actores del narcotráfico.
Pero además, esos mismos mensajes que llegaron durante los primeros días luego de la desaparición de los jóvenes, indicaban a la familia que el vehículo donde los hoy desaparecidos se transportaban, estaba “guardado” en una bodega hasta donde elementos de la Guardia Nacional y la Comisión Estatal de Seguridad Pública llegaban periódicamente a recoger un sobre presuntamente con dinero.
“Mi hijo y sus compañeros tenían una fecha para regresar pero pasaron como 6 días y no lo hicieron. Se seguían comunicando pero de pronto se cortó la comunicación por lo que levantamos la denuncia. Nunca tuvimos datos de un posible secuestro porque no se pidió un rescate ni nada similar; solo recibimos mensajes anónimos donde nos decían que se los habían llevado a un lugar llamado Monterde a trabajar. En esos mensajes se mencionaba también a una persona de apellido Aparicio, a quien decían tener comprado. No sabíamos quién era. Le informamos a la Fiscalía pero no le dio seguimiento y hasta el momento no hay ningún avance en la investigación. La Fiscalía no ha dado ningún resultado, no tienen ningún rastro de ellos”, a Erika quien actualmente radica en Estados Unidos.
La madre de Rubén habló sobre lo difícil que ha sido este tiempo de zozobra e incertidumbre respecto al destino de los jóvenes y aunque desde la unión americana contrató los servicios de un abogado para que diera seguimiento al caso, fue este mismo quien le aconsejó “no presionar” a la fiscalía porque terminarían entregándole cualquier resto o ceniza –aunque no sea de su hijo- solo para que “no siguiera molestando”.
A la fecha no le han entregado nada, ni una sola respuesta.
“Ha sido muy pesado porque pasa el tiempo y no se sabe nada. Estamos haciendo el intento para seguir buscándolos para saber si alguien tiene algún dato. Ellos andaban en San Rafael, iban también a Batopilas y Creel pero la última ubicación del teléfono fue en Urique.
El hijo de Erika tenía 17 años al momento de desaparecer y aunque algunos le dijeron en algún momento que fuera a los semefos a buscarlo, aún mantiene la esperanza no solo de que esté vivo sino de poder encontrarlo.
“Es muy difícil, se imagina uno muchas cosas, no saber lo que está pasando. Ha habido muchos mensajes y comentarios de todo tipo pero realmente no sabemos cuál sea la verdad respecto a lo ocurrido. Nos llegan mensajes y nos dicen que vayamos a buscarlos a los semefos pero también eso es difícil y tal parece que no hay mucho que hacer. Tenemos fe en que él siga vivo a pesar de los comentarios de que perdamos la esperanza porque andaban en un lugar muy peligroso y del cual no es fácil salir”, señaló Erika apuntando a la sierra de Chihuahua que se ha convertido en un referente de violencia.
Con información de El Diario de Chihuahua

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